martes, 16 de octubre de 2018

Carta 5: a mi amiga

Sugerencia inicial, sobre todo para mi amiga: ponte la canción "Nuvole Bianche" de Ludovico Einaudi. Es con la que he escrito al menos la mitad, con la que más he fluido, y quiero que te pase lo mismo. Si pudieras dejar Netflix un rato y tumbarte en la cama, también sería algo grande.



Te escribo hoy a ti, porque sé que lo necesitas.

Porque sé que a todo el mundo nos gusta sentirnos queridos, y a ti más, porque tú quieres mucho.

Tú, amiga valiente, amiga luchadora, amiga con metas y sin límites, con sueños, frustraciones y victorias, amiga viva.

Sabemos que los veintitantos son duros, que vemos la adolescencia lejos y los treinta cerca, pero desde los 21. Tú y yo, además, que damos mil vueltas alrededor de un grano de arena, y hacemos montañas de una vuelta. Vamos, que no descansamos. ¿Sabes qué? Que te quiero.

Te quiero cuando sonríes, te quiero cuando sufres, cuando lloras, aunque tú no llores.

Sé que la vida te tiene preparado mucho, porque no dejarían que una persona como tú se quedara por el camino, ¿te vas a dejar tú?

No dudes de tus sueños, no te pongas límites, no renuncies a nada porque te digan que no puedes, piensa que yo te digo que sí, que tires.

No sé cuántas horas habremos pasado repasando nuestro futuro. Es curioso verlo escrito, ¿verdad? Y es lo que hemos hecho, no planificar, sino repasar. Ir del futuro al pasado sin pensar ni un momento en el presente, nosotras, que nos identificamos con el carpe diem... ¡Qué duros son los veintitantos, por favor!

Creo que es momento de que alguien te diga todo lo bueno que tienes, y no que únicamente lo imagines. Que alguien te diga por qué te quiere, y no simplemente que te quiere.

Verás, amiga, voy a empezar por algo muy típico, pero nunca ha sido tan real: me alegro tanto de haberte conocido... Fíjate, en un principio para nada imaginé que seríamos tan afines. De hecho, para mí éramos totalmente opuestas. Pero surgió la magia. No puedo evitar reírme al pensar que voy a escribir que me di cuenta de que congeniábamos al hablar de ovnis y estraterrestres. De verdad, ¡no puedo no reírme! Y nunca más hemos vuelto a hablar del tema...

Desde ese día no hemos parado de filosofar juntas sobre la vida.

Voy a empezar por tu inteligencia, ya que me parece que a veces, te haces de menos, cuando eres más. Eres una persona muy reflexiva, con argumentos, valores e ideas sólidas, que puedes cambiar con razones sabias gracias a tu mentalidad abierta. Tu pensamiento divergente hace que puedas dar soluciones diferentes a un mismo problema, sobre todo en mi caso, cuando me das un toque de luz. Tienes mucho cariño guardado dentro de ti y, ¿sabes lo mejor? Lo regalas, no te lo quedas. A veces pienso que las personas que más cariño se tienen, son las que menos lo dan, y las que más cariño dan, se guardan poco. Puede que sean excluyentes, que no sea la una o la otra, o que no pase siempre, pero sé que en tu caso, das tanto que te guardas poco, y eso te duele. Pero para eso estoy yo, para darte todo el que necesites y así, que te guardes al menos el mío dentro. Eres una persona que pisa fuerte, y que no duele, pero deja huella. Eso es difícil, porque si te paras a pensar, recordamos a las personas que nos han pisado con ganas de doler, ¿cómo no iban a dejar huella? Pero tú, que pisas firme... Eso es de valorar. La verdad que aquí podría estar un rato, pero sé que también necesitas algo un poco más físico, un poco más superficial, aunque ambas sepamos que importa poco, pero importa. Bueno, son nuestras cosas. Ojalá te pudieras ver con mis ojos, y sé que acabo de soltar una frase de enamorada (otra vez me río), pero ojalá. Siempre he pensado que las chicas que todo el mundo consideran guapas, son básicas, o al menos la mayoría. Si aíslas los elementos de su cara, son básicos. Son ojos claros, grandes y con bonitas pestañas. Una piel perfecta. Nariz pequeña. Cejas perfectamente delineadas. Labios semicarnosos con dientes blancos y perfectos. juntas todo eso, y te da el rostro típico. Bueno, sé que aquí estoy siendo una mala pécora, y además yo, defensora de la belleza de todo el mundo, criticar a las guapas guapas... Qué le voy a hacer. Pero verás, tu conjunto es perfecto. Estamos llenas de imperfecciones que nos hacen unas perfectas guapas del no montón, recuérdalo. El cuerpo es fácil de dominar, solo hay que querer. El problema está en que para querer otro cuerpo, dejas de ser feliz. Tú y yo, que nos queremos aunque regalemos cariño, nos duele tener momentos de no amor hacia nosotras mismas. Es por eso que sigues bebiendo cerveza, comiendo queso y cenando Telepizza. Y es por eso por lo que yo te quiero más, porque de un día para otro has pasado de apuntarte al gimnasio y comer sano, tú, vegetariana, para irte de cañas y comerte unas patatas en el TGB.

¿Sabes? Casi estoy llorando a la par que sonrío por todo esto. No por ti, ni por lo bueno o lo malo, o lo bien que quede escrito o peor, o porque parezca un Defreds o cualquier otro moderno escritor, sino por nosotras, por nuestra historia, por nuestra esencia y nuestra energía, y por nuestra complementación.

Es muy probable que pudiera continuar con esta carta muchas horas, y que igual te encantaría leer más, pero una persona que no ha leído el libro que su amiga le dejó hace años, no merece una carta más larga que esta (y me vuelvo a reír).
No sé si alguna vez te habían escrito una carta de amor, y tampoco sé si esto lo es, aunque esté escrita con mucho y desde el corazón, pero estoy segura de que yo no, y ya era hora.







Esto va con mucha sinceridad. Cuando he parado de escribir, cuando me he puesto a editar lo poco que edito en mis textos, me he dado cuenta de lo feliz que me haces. Suena muy típico, lo sé, pero créetelo, y hazlo fuerte. Me ha dado muchísima felicidad escribirte esto, amiga.